El trabajo más difícil
por Lilia Cremer
Hoy, un papel en blanco permanece a la
espera de mis palabras.Es todo un desafío.Las emociones inhiben la escritura,
ahogan las palabras. Es, sin dudas, el trabajo más difícil y doloroso que la
profesora podía haberme dejado.
La Dra. Guzzo era esa académica que
siempre se ponía al nivel de sus alumnos con humildad, modestia y enorme
generosidad.Sus clases eran cátedras de saber que impartía con genuina vocación
docente. Sabia despertar admiración y respeto. Sentada entre nosotros, sus
alumnos de la Diplomatura, nos hablaba como en charla de amigos de “monstruos ”
como Boris Tomachevski y su teoría de la literatura; de Barthes y su análisis
estructural del cuento; de Hayden White con Historicidad y Ficción; de Shklovski
y El Arte como artificio; de los Formalistas rusos, Tyniánov, Jakobson, Propp y
tantos otros. Pero había algo más detrás de la doctora en letras y que yo tuve
la dicha de conocer: una mujer sensible, amistosa, compañera, sincera “sin
vueltas”.
Nos conocimos por un hecho fortuito
del destino. Ambas participábamos de un encuentro literario en Arrecifes,
organizado por mi querida Amanda Patarca y yo, que había ido por mi cuenta más
tarde que el grupo, no tenía lugar en la
hostería donde pasar la noche. Fue Cristina Guzzo quien me ofreció compartir su
habitación. Nunca olvidaré ese gesto. Pasamos horas charlando.Me contó de sus años
viviendo y dando clases en Estados Unidos, de sus gatos de la raza Bosques de Noruega, con quienes convivía en
su departamento, compartía su cama y sus finos sillones que ellos fueron
destruyendo poco a poco, en fin, hablamos de eso tan importante que es la vida.
Y continuamos esas charlas cuando fue profesora de la Diplomatura de SADE
durante 2018 y 2019.
Vuelvo a la hoja en blanco. Liberada
la emoción y la tristeza, sonrío recordando cuando al terminar las clases salíamos
corriendo porque Cristina tenia que llegar a tiempo para ver la novela Tierra
de amor y venganza.
Guardo como un tesoro el último
mensaje que recibí por Facebook cuando me pidió el cuento que había sido
premiado…
Muchas gracias por tu reflexión.
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