El Reino de las Profundidades, 17 de septiembre de 1975.
Amado Caballito de Mar:
Te escribo esta carta en las circunstancias más desesperadas. Hace seis meses que no recibo noticias tuyas. Sé por tus soldados que te enfrentaste con valentía al malvado amo de las profundidades, pero no tengo la certeza de que sigas con vida.
No pierdo las esperanzas de volver a verte y fantaseo cada día con ese reencuentro. Lo único que me mantiene con vida es el recuerdo de nuestra dicha, de los momentos llenos de felicidad que compartimos juntos mientras vivíamos en un mundo de paz y armonía.
Admiro la valentía y determinación que demostraste al conformar el ejército de la resistencia y agradezco que no te hayas resignado a vivir bajo el dominio tiránico del Pulpo. Pero una parte de mí quisiera que siguieras aquí, a mi lado, para no tener que sufrir tu ausencia y sentir esta distancia que me asfixia.
Siempre tengo en mi memoria los diferentes obstáculos que tuvimos que superar para poder vivir libremente nuestro amor. Debimos sobreponernos a los prejuicios de pertenecer a diferentes especies, de no poder engendrar nuestro propio linaje, y aun así fuimos capaces de construir una relación tan estrecha que ni el tiempo ni la distancia van a poder estropear… Estoy muy orgullosa de nosotros.
Confío en que mis palabras te alcancen y te den el aliento y las fuerzas que necesitás para seguir resistiendo y no darte por vencido. Podés tener la certeza de que pase lo que pase seguiré esperando nuestro ansiado reencuentro. Nada me va a distraer del verdadero propósito de mi vida que será esperar tu llegada.
Tuya, desde siempre y para siempre.
Espumita.
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