Reflexiones a partir del film Petete y Trapito de Manuel García Ferre
Por Griselda Krapp
grisekrapp@yahoo.com.ar
Más allá de que se trata de una película que desborda ternura, simpleza y bondad (características que, me atrevo a pensar, deben haber sido parte de la personalidad de su autor, García Ferré) es un film que aporta un importante mensaje acerca de tener ilusiones en la vida. Las Ilusiones aquí cobran una dimensión importante, porque tener ilusiones es tener proyectos, tener ambiciones, tener una meta y un camino a recorrer. Las ilusiones son parte de la vida psíquica, como el motor que mueve y da energía para avanzar, y en ese movimiento se generan nuevas ilusiones, con nuevos proyectos que dan nuevas energías y nuevas ganas de vivir. Me atrevo a plantear las ilusiones como análogas al concepto que en Psicoanálisis se denomina deseo, en cuanto que nos marca el rumbo, el “por dónde ir”. La ilusión, en cuanto deseo vital, nos constituye. O no…, en el peor de los casos. ¿Por dónde anda su deseo?, pregunta un psicoanalista en su sesión.
Hay un dicho que expresa: “De ilusiones también se vive”, los españoles dicen “me da ilusión…”, cuando se refieren a algún hecho o acontecimiento que esperan que ocurra. Las ilusiones animan, y dan el contexto para no resignarse a situaciones negativas e incluso desesperantes. Cuando se pierden las ilusiones la sensación que queda es el vacío, la inmovilidad, como sensación thanática, negra, vacía de energía vital.
A través de un personaje como Trapito se puede ver cómo, se “cobra vida” por una ilusión, luego la pierde y se inmoviliza, y la vuelve a recobrar cuando su amigo aparece. Estos no son detalles menores, sino que muestran al mismo tiempo, como las ilusiones están siempre ligadas a un otro, un otro que es co-protagonista en eso que se nombra aquí como ilusión, que no es más ni menos que el Amor en cualquiera de sus formas, la búsqueda de la felicidad en sentido amplio, la búsqueda del sentido de la vida, de trabajar por el propio deseo.
Las ilusiones como el motor que nos mueve, no pueden vivirse en soledad. sino con un “otro” que nos moviliza, que nos despega, que nos saca de ese estar clavados a la tierra, y que nos hace no entrar en la condición de espantapájaros.
Interpreto también al espantapájaros clavado en la tierra como a alguien atrapado en la inmovilidad que produce la desesperanza, la falta de deseo, el “vivir sin vivir”, la resignación. “Vivir es perseguir un ideal”, dice el pajarito Salapín.
La condición de espantapájaros también puede aludir a las situaciones adversas que a veces impone la vida a algunas personas, que a veces implica, incluso, nacer en esa situación o condición de inmovilidad (en el film se lo denomina destino), como sucede con Trapito; pero sabiendo que teniendo y cultivando ilusiones, sueños, con trabajo y esfuerzo se pueden superar hasta salir de esa adversidad. “Al destino hay que darle una mano”, dice por allí el pajarito Salapin. Sin embargo, no se puede solo, cualquier situación que pensemos como una analogía de estar inmovilizado, requiere seguramente la mano tendida de un otro que nos la tome y nos abrace.
También, el espantapájaros clavado en la tierra, me hace pensar y se lo puede relacionar con la tentación de no salir de nuestra zona de confort, y de quedarnos inmóviles, cómodos en dónde estemos, por temor a hacer cosas nuevas, por temor a arriesgar, por temor al fracaso.
Sin dudas que el creador de Trapito (y de los demás personajes) debe saber mucho –por su propia historia de vida- de lo que es tener ilusiones, de no quedarse clavado al piso inmovilizado y de seguir las ilusiones como metas y objetivos que nos conducen por el camino de la realización.
La música acompaña todo el film poniendo la melodía, la nota y la letra justa que puede inducir a las emociones y sentimientos que se quieren crear en el espectador: tristeza, empatía, alegría, etcétera; logrando que el mensaje de la película llegue a los pequeños espectadores.
El film y los personajes han perdido vigencia, claro está, por los años transcurridos. Sin embargo, el mensaje es extremadamente actual.
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